Lenguaje de los pájaros chilenos

INTRODUCCIÓN

(Pág. 9-13)

EN CONTINUOS VIAJES a terreno ya sea para estudiar el arte popular, el habla, la comida o el folklore religioso fui acumulando fichas relativas a la vida de los pájaros con informes que conforman el patrimonio del hombre del campo.

En este centenar de fichas que se recolectaron, está vivo lo que ellos han visto y mantiene despierto su interés.

Lo mencionado en este volumen puede ser conocido de ciertos lectores, pero no se duda que se pueda dar con detalles nuevos e interesantes.

Se encuentran aves con nombres indígenas, con denominaciones españolas, con menciones derivadas de alguna particularidad de la especie, ya sea relacionada con el plumaje. costumbres y con el canto.

Hay descripciones de la vida amorosa, de la construcción del nido, de la incubación, de la crianza de los polluelos.

Están las creencias que dicen relación con el girar de las aves sobre el caminante, los cantos que anuncian la muerte, mal viaje o buen viaje, matrimonio y visitas; las que con sus idas y venidas anticipan los temblores, los cambios atmosféricos, y las que están bajo el comando de los brujos.

Se abarcan interpretaciones de los pobladores del aire en su lenguaje, leyendas, cuentos, adivinanzas, dicharachos, canciones, poesías populares y cultas.

Están presentes la paremiología, la ornitoponimia, la ornitomancía y la ornitoterapia.

Todo tiene un carácter popular, y en tal sentido debe interpretarse. Muchas veces a una especie le han creado otra, que es la misma, lo que se ha respetado, lo que es un error para otros, para ellos es una verdad empírica.

Estas son semblanzas de pájaros tomadas de la vida natural, no es un trabajo con compromiso científico ornitológico, aunque existe una coincidencia de finalidad. pero no de método.

No hay duda que mucho de esto puede parecer exagerado. Depende de estar familiarizado o no con una cosa, el que ésta nos parezca o no extraña. Tan pronto como una costumbre o una creencia se torna cotidiana deja de ser original.

Es realmente asombrosa la rapidez con que uno se familiariza con las cosas más sorprendentes.

Si algo de lo que se relata puede parecer exagerado, no es nada más que los pájaros y su relación con el hombre del pueblo.

PREFACIO DEL AUTOR

CUENTA UNA ANTIGUA LEYENDA de pájaros, que un viejo se hallaba sentado a la vera de su jardín, que era de encanto, poco posible encontrar otro mejor en la región.

De pronto, un pájaro extraño, pequeña ave venida de otros aires. atravesando fronteras, distrajo al anciano quien dejo de pensar en los negocios, para desear por un instante volar con ella.

Entonces quedó ciego.

—Oh, Dios, —imploró— devolvedme la vista.

Una voz misericordiosa se dejó oír:

—¿Prometes usar de tus ojos para conocer antes que nada tu pueblo, tu paisaje, sus pájaros?

—Te lo prometo —contestó el afligido anciano.

La luz descendió sobre su noche, y recobró entonces la mirada y se dio a recorrer su patria, desde la pampa caliente a la pampa helada, de la cordillera al mar, de las verderías a los pajarales.

Deleitó sus ojos con el bello plumaje de las aves y su oido con el cantar armonioso. Y sufrió con el viento recio

Supo por los campesinos que los pájaros cuentan para su defensa con los medios generales de lucha por la existencia, como el vuelo, la carrera, la inmersión en el agua, la coloración de las plumas. Y que contienden dentro de la misma clase por los alimentos, por el territorio, por la hembra.

Que algunas aves se echan para mimetizarse, para descansar, aprovechar el fresco de la tierra o bañarse, lo que hacen revolcándose.

Que los pájaros de la misma especie pueden reconocerse por el canto; que en la inquietud amorosa, el canto es un recurso de conquista; es una manera de afianzar el dominio del macho sobre su territorio, es decir, marcar los límites de su feudo; que cantan en el trabajo para hacer más tierna y delicada la hechura del nido; que es el pago a la hembra del sacrificio de la incubación; que anuncia a la comunidad algo que produce recelo, que cumple misión de alertar los peligros.

Aprendió que hay algunos que imitan el canto de otras aves; que silban, que producen ruidos de arrastre o de percusión al batir las alas; que se juntan en animadas reuniones, dadas sus condiciones comunicativas.

Y el anciano, un día llegó a su jardín, había caminado por alamedas y palmerales de trinos, había visto enormes pajaradas en las trillas y en los campos recién arados.

En reposo se puso a componer un libro sobre el paisaje y los pájaros, que es la poesía de la tierra.

Escribió de las aves productoras de fertilizantes para numerosos cultivos; de las destructoras de insectos y de otros invertebrados nocivos a la agricultura; de los auxiliares a la polinización de diversas plantas cultivadas; de los que para alimentarse destruyen carroñas, en ocasiones infectas, en los campos; y de las que contribuyen con su carne a la alimentación del hombre.

Y cuando descansaba en su jardín, al ocaso, sentía una secreta alegría al reconocer al Bailarín, porque mientras ejecutaba una serie de movimientos caprichosos en el aire, cantaba en forma vigorosa; al Colegial, porque lleva en su espalda una mancha cuadrada de color café semejante a la mochila de un niño que va a la escuela; al Cachudito, por la cresta o moño que ostenta en la cabeza, como cuernecitos su canto tenue y trinado; a la Monja, que fuera de su plumaje gris oscuro, lleva dos mechoncitos de plumas blancas muy sobresalientes a ambos lados de la cabeza, semejando la toca de las profesas.

Y mayor era su embeleso cuando escuchaba a los pájaros dialogar con su propia dicción, sentía el mismo goce que asiste a los hombres del campo cuando conversan con ellos como con el agua, la piedra o el árbol.

Oreste Plath

 

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