Oreste Plath:
"La Mano Está Botada en Chile"

Catalina Uribe Echeverría

Diario El Mercurio, Santiago de Chile, domingo 14 de julio de 1996. Cuerpo E. pp. 4-5

 

  • Palabras inseparables. Oreste Plath y folclor. ¿Conocemos todos a Chile?¿Nos interesa realmente?

"¿QUE vínculos existen en el tema de las profanaciones? ¿Por qué éstas se hicieron públicas de la noche a la mañana? ¿Son recientes? La muerte pobre tiene su negocio, y es nuevo. Desde hace tiempo desprenden la cabeza para sacarle los dientes. No sólo se aprovechan los crucifijos de bronce o cobre y las barras laterales de los ataúdes; todo lo que es de madera también sirve para calentar el café, por ejemplo. El alambre con el que se encajan las flores de las coronas no se puede botar. Una vez golpeado, queda liso y se revende a las floristas. Las lápidas robadas las pulen, las dan vuelta y por el otro lado le ponen el nombre de Oreste Plath".

Observaciones. Oreste Plath se ríe de sí mismo y de lo que lo rodea. No deja nunca de mirar y anotar. Lo que parece común al común. El vendedor ambulante que pregona, la anciana miserable que pide limosna. No son anónimos para él. Los de su cotidiano trayecto, desde la Bibiblioteca Nacional hasta el departamento de su hija en el Parque Forestal, los conoce personalmente, sabe cuánto ganan y por qué están donde están. Los otros, los de ciudades y campos, indígenas, mestizos, chilenos, el pueblo en suma que vive, trabaja y muere bajo el sol del desierto, en la costa o la cordillera, en los valles, bajo las lluvias del sur... todos ellos - casi todos - Oreste Plath también los conoce. Quizás más que nadie en este país. Desde hace unos 60 años, son el objeto de su estudio, el objeto de su vida.

Pero Plath no nació Oreste: "En el año 29 tenía un amigo que escribía versos muy buenos, decidimos sacar un librito entre los dos. El se llamaba Juan Cabrera Pajarito y el otro señor, César Octavio Müller Leiva. Nadie recuerda esos nombres: Juan Cabrera Pajarito y César Octavio Müller Leiva, parece un desfile, un mitin.., para un librito de poemas. Acordamos que era muy feo y que debíamos elegir uno que pegara, rápido. El se puso Jacobo Danke, un buen poeta y yo Oreste Plath. Oreste por la tragedia griega sin la 's' y Plath por la cuchillería, esa vajilla diaria que había en las casas. Es todo, pero lo he contado tantas veces que ya parezco tortillero: "Tortilla bueeeena".

Palabras de cada rincón

Gracias a un tío que era gobernador marítimo en Valparaíso, recorrió por mar los miles de kilómetros de costa chilena. Conoció todo el litoral, de Arica a Magallanes. Era el director de la revista Nautilius, el órgano oficial de la sociedad de capitanes y oficiales de la marina mercante. Así comenzaron sus viajes y así también sus publicaciones. "Estudié literatura en la Universidad de Chile, pero no servía yo, encontraba que eran unos pobres profesores. La verdad es que empecé a conocer Chile y me fue tomando y tomando. Fue como un vicio, 35 viajes del extremo norte al extremo sur, por todo Chile. Fui a la Patagonia, estuve con la gente del petróleo, con los ovejeros. Y en el norte de Chile cuando nadie se preocupaba y no había tantos antropólogos, 35 viajes".

Su gusto por la tierra se lo dio su madre: "Nosotros vivíamos en Argentina, yo no conocía Chile. Más o menos a los 5 años, volví a visitar a las tías y a mi abuela en un fundo de Chillán. Mi madre me llevó de la mano por los potreros a descubrir cómo ordeñaban las vacas, la marcadura de los caballos. Yo no había visto eso, me impresionó mucho y se quedó conmigo. De repente ella me contaba de las hierbas. No generalizaba, decía los nombres de cada planta: Fue muy esencial. Todo eso se crío en mí, lo tengo fresco, todavía lo huelo, no he perdido el color que tenía, no he perdido las palabras que mi madre usaba: "Esto se llama romaza", es como la lechuga; "esto se llama yuyo"; hasta Blanco Encalada comía esas tortillas de yuyo, un pasto, una hierba larga con una flor amarilla. Ya nadie lo come".

Y siguieron los viajes, en las Escuelas de Temporada de la Universidad de Chile, como redactor de la revista "En Viaje", de la Empresa de Ferrocarriles del Estado entre 1945 y 1972 (más de 100 artículos), como profesor de antropología de la Escuela de Enfermería y de la Escuela de Canteros de la Universidad de Chile, todas ocasiones para recoger palabras, frases, expresiones, gestos, creencias, leyendas y mitos.

En su libro "Folclore Religioso Chileno", que editó por primera vez en 1966 y que recién acaba de revisar para una reedición, recogió desde remedios para que desaparezca el coto (se le soba en cruz con saliva, estando en ayunas y se dice: "Santísima Trinidad, este coto al campo"), con el respectivo origen e informante, hasta técnicas para el parto feliz.

No faltan las creencias relacionadas con la vida de ultratumba: "Se dice que las ánimas cargan, es décir, que los finaos recién enterrados vienen a penar a los vivos, presionándolos sobre sus camas"; las relacionadas con el bautismo: "(...) se apresuran las gestiones para acristianar a la criatura, porque cuando los niños es tán moros, se entretienen y se ríen con un personaje invisible para los demás pero visible para ellos. Este es nada menos que el duende, que se esconde entre las matas y en la cercanía donde moran los niños moros"; las referencias históricas de los bailes y un preciso calendario religioso-folclórico que recoge la devoció y los días, los hombres y las fiestas, no todos sino muchos, ni limitado ni definitivo.

A fines de los años 20, fue fundador y director de la revista Gong. "Cuando era muchacho, en Valparaíso edité una revista de arte y literatura. Sirvió bastante porque no me preocupé de los jovencitos que estaban escribiendo, sino de lo que se escribía en América. Entre publicar a niñitas o a reproducciones de Diego Rivera... ¡Qué se va a aprender de los tallarines, de esos que vienen de talleres literarios! ¿Por qué no enseñan a ser zapatero, artesano? La mano está botada en Chile. Las talladoras en madera del pueblo, alfareras, tejenderas, Quinchamalí, Talagante. No hay ni un sólo nombre, ni un apellido y son una maravilla. Los estriberos. Hace un tiempo se preferían las cosas hechas a mano antes que a máquina". Oreste Plath fue director del Museo de Arte Popular hasta 1973.

Vida zorzalina

Uno de sus libros más recientes, que se editó por primera vez en 1993, es "L'Animita, Hagiografia Folclórica". "Nace una 'animita' por misericordia del pueblo en el sitio en el que aconteció una mala muerte. (Los vivos) les escriben cartas, notas en las que hacen todo tipo de súplicas, las que sitúan semiescondidas, entre los ex votos. Las flores están entre las ofertas más escogidas, ya sean naturales o artificiales. Frente a ellas soliloquean, hablan a solas, les dedican misas, coronas de caridad, les distribuyen iconografia religiosa. Tienen veladoras, cuidadoras voluntarias por horas, es una vecina que se conduele". Y así presenta la historia de 33 animitas, unas famosas, otras menos. Emilio Dubois con su verdadero nombre, Brihier Lacroix: "El pueblo lo hizo 'animita', entró en su comprensión, siempre estuvo con él, gravitaba el desprecio que hizo de su abogado, la toma de su defensa, su matrimonio a horas de morir, la valentía que demostró camino hacía el banquillo, su hombría frente al receptor, el dirigir la palabra a los asistentes para decir por última vez que era inocente, el solicitar que no le vendaran la vista, que le dispararan al corazón y con voz entera dar la orden de ejecución".

En animitas pueden transformarse también los cruelmente asesinados, como la pequeña Marmita del entonces Parque Cousiño, los simples de espíritu o los condenados injustamente. En el caso de José del Carmen Valenzuela Torres, que se conoce como el chacal de Nahueltoro, Oreste Plath escribe: "Había entrado un anciano a la cárcel y mataron a un muchacho de 24 años; era analfabeto y cesaron a un alfabeto; era sin oficio y terminaron con un artesano; era un bebedor y le quitaron la vida a un abstemio; era un esmirriado físicamente y redujeron a la nada a un deportista; era ignorante de todo principio religioso y pusieron fin a un ser de acendrado espíritu cristiano. Fusilaron a otra persona, arrepentida y regenerada".

Sus libros suman y siguen. Es una lista gigante que incluye "Olografías" y "Alberto Rojas Jiménez se paseaba por el alba".

En el lenguaje de los pájaros chilenos con su canto y nombre científico, los emplumados se hacen hombres y viceversa: "Se sabe que el zorzal es una persona de pocos alcances, a la que se engaña fácilmente, acepción que debe su origen al hecho de que se le caza sin dificultad; cayó un zorzal se dice cuando un incauto o tonto ha caído en una trampa; zorzalada es inocentada, necedad; zorzalear, es vivir de gorra; y vida zorzalina es un buen pasar regalado". El grito del chonchón sería Tue-tue tue, su risa ja-ja-ja-ja. "Normalmente anida en troncos huecos, donde pone de tres a cinco huevos. Rapaz, feroz y arriesgado, no vacila en atacar a animales de mucho mayor talla que la suya. (...) Monopoliza las agorerías y los malos presagios. (...) Cuando llora, anuncia muerte de una persona adulta. Cuando ríe, muerte de un niño. Cuando canta, matrimonio. (...) Los chonchones son visibles solamente cuando pasan a través de la luna".

Y así Oreste Plath sigue escribiendo. Sin parar, todos los días. Además de una revisión del Folclor Religioso Chileno y del Folclor Lingüístico Chileno que acaba de entregar a su editorial, ahora se encuentra trabajando en varios futuros libros; unos apuntes sobre el Santiago que ya no está, las anécdotas que rodeaban al Quita Pena del Cementerio General, los bares desaparecidos, los teatros, los chistes; y sobre todo, ya tiene casi terminado su didáctica o repertorio folclórico. "Por que los programas de educación dicen folclor. pero ¿de dónde saca usted la materia? Adivinanzas, por ejemplo. ¿Dónde hay un repertorio de adivinanzas? Los esquinazos, los parabienes, las tonadas, les hago una presentación para que el profesor tenga el material. En mi libro se van a encontrar leyendas, mitos mapuches, musica...

Desconfía de los homenajes "porque abundan cuando a uno le empiezan a hallar olor a muerto. La muerte no se creó para mí y el desagrado tampoco. Un amor que termina mal. Recordaré ese mal pero no puedo desestimar los años que pasé bien. La vida, pese a todo lo que he sufrido, me da más momentos agradables que amargos. Bueno, no he trabajado a contrapelo. He sido dueño de una cátedra, 'Conocimiento de Chile y folclor chileno", donde nadie se metió durante 30 años; de la noche a la mañana me invitaron a dar unas charlas a Estados Unidos dos; después fui becario en Brasil y estudié antropología, folclor y literatura. Acá he participado en otra época en los grandes movimientos culturales, la Sociedad de Escritores, la Alianza de Intelectuales... Yo peso lo grato más que lo ingrato. Lo negro no es para mí solo: dos muertes, mi madre... no es para mí, esa es la vida. No sé qué habría sido de mí con las matemáticas, no sé ni sumar, felizmente nunca tuve que redactar cartas de  oficina "adjunto a Ud.". Los "Próspero Año Nuevo y Feliz Navidad"... ¡y todavía no lo cambian! Cuando recibo tarjetas, les borro el "próspero". Tampoco puedo soportar esa cosa tremenda de los muertos. "Sentido pésame". Al ataud no sé para que le ponen esa tapa, para verle el rostro. Entonces la gente se asoma y dice "Que bien quedo, qué bien quedóóóó ¿ah?" con una satisfacción cuando ya no saben para qué".

Y se ríe.

 

Oreste Se Presenta

Aquí estoy con una senectud ni lozana ni decrépita.

- Tengo 88 años.

- Escribo todos los días, la Editorial Grijalbo es mi aventadora, publica mis libros para Argentina, México, España.

- He sido un investigador viajero.

- He aprendido más por lo que he visto en la vida, que por lo que he leído en los libros.

- Amo el estudio por su valor espiritual, por la dignificación que del hombro hace.

- Conservar al hombre sobre todas las cosas, en los límites sagrados de la honradez grandeza del alma.

- Acepto esta entrevista como un homenaje a mi entrega, a mi contribución al conocimiento del pueblo chileno, la infrahistoria popular.

- Para conquistar el corazón de un pueblo, hay que vivir con el pueblo.

- Dedicado a las prácticas tradicionales. Cuando hablo de la cultura tradicional, entiendo por tradición el legado de costumbres, formas de vida, visiones del mundo expresadas en múltiples, en constantes cambios. Aunque parezca un contrasentido, entendemos la tradición perfectamente unida al cambio, pues no existe una cultura inmovil.

- Me interesan los movimientos sociales del pueblo, los nortinos, ellos que en medio de la pampa hicieron la alborada social.

- Estoy despoblado de nombres de profesores, alumnos de la Escuela de Enfermeras, de Artes Aplicadas, de la convivencia con escritores desde el año 1929.

- He gozado de la amistad, la quiero. No he estado huérfano de afecto. Mi corazón ha estado tres veces cargado de dolor, dos muertes, mis esposas, y un gran amor que cambió la pluma por la espada.

- Otras me acogieron mal herido, convaleciente y fueron rayos de luz, arrobaron mi existir. Fueron sol sobre mi frío. Ataviaron mis horas.


© SISIB - Universidad de Chile y Karen P. Müller Turina