El buceador del alma nacional

José Miguel Varas.

Diario La Época, Santiago de Chile, 29 de Julio de 1996, p. 7.

A mí el paisaje chileno me regocija, siento una calma, una alegría muy grande ante el paisaje. Yo creo que debo tener algún ancestro que fue un animal salvaje.

Son palabras sorprendentes, pero que contienen sin duda una gran verdad, de uno de los hombres más civilizados y menos salvajes de Chile, el investigador del folclore Oreste Plath, que acaba de dejarnos a los 89 años de edad.

Entre la espesa capa de falsas verdades y mundos de fantasía que distorsiona nuestra realidad y nos induce a creer que somos lo que no somos,¡qué refrescante es leer o releer cualquiera de sus libros, de los 40 o más que publicó en su vida! (Nota: Oreste Plath publicó 55 libros).

Este gran buceador del alma nacional escribió sobre la religiosidad popular, el folclore de la zona del carbón, las animitas de calles y caminos, las leyendas de todas las regiones de Chile, la alimentación popular, el lenguaje de los pájaros, la muerte. Pasó toda su existencia adulta viajando, pero nunca fue a Cancún, a Orlando ni a ninguna playa de moda. Anduvo por el altiplano ariqueño, por cada aldea del Valle Central, por la Patagonia y la estepa magallánica. Habla con pena de esos que sólo conocen hasta La Serena o Curicó, pero han ido 14 veces a Viña del Mar. Y que ignoran todo sobre su país.

Tras cada línea de sus libros, siempre amenos, llenos de revelaciones sorprendentes, teñidos de una picardía gentil y un profundo sentido del humor popular, hay siempre una investigación rigurosa.

"Llego a un pueblo y lo primero que hago es visitar el mercado, veo lo que están comiendo, las verduras y frutas estacionales, las carnes. Y lo complemento con los restaurantes de segunda o tercera clase, conversó con la gente y revisó la basura, porque dice mucho. Entonces sigo observando las formas del pan: ¿Por qué trenzas, por qué media- luna, por qué roscas? Todo tiene un significado. Voy al cementerio y al otro día conozco más que la gente de la ciudad a través de sus muertos, pasando por los nichos y 'los santos quebrados', que están al fondo y no los botan, por que han acompañado por años a sus deudos. Luego conversó con el sacerdote sobre los aspectos religiosos, la juventud, los prostíbulos, la moral".

Sus agotadoras exploraciones en el terreno, las complementaba con metódicos estudios. En la Biblioteca Nacional lo recuerdan como un visitante cotidiano y evocan su figura alta y esbelta, su infaltable gorro de piel de elegancia condal, su mirada viva, su barbita blanca y su absoluta sencillez.

En una entrevista publicada en La Epoca contó la siguiente anécdota: "A una mujer en el norte de Chile le digo ¿qué es de su marido? y me responde: Qué quiere que le diga, caballero, cuando hace quince días que no da fe de mi cuerpo."

(Textos y datos sobre Oreste Plath tomados de crónicas y entrevistas de Faride Zeran, Ana Maria Larraín, Elizabeth Neira, Patricia Espinosa, Graciela Ojeda).


© SISIB - Universidad de Chile y Karen P. Müller Turina