Columna "Buenas Tardes"

Música chilena

por Oreste Plath

Diario "La Estrella" de Valparaíso, Chile, viernes 7 de noviembre de 1986, p. 4

 

Chileno, en todas partes, fue Osmán Pérez Freire, que llevó a la música y a la canción escenas del campo y del pueblo.

Donde estuvo, su obra alcanzó gran popularidad, por su inspiración en el ambiente chileno.

Titta Rufo, Tito Schipa, Fleta, Lily Pons, cantaron su Ay, Ay, Ay. Su producción abarca más de trescientos títulos y algunos se han nacionalizado y viven en el corazón de América y Europa; en verdad han dado la vuelta al mundo.

Se recuerda Dime, luna, si la ves, La Tranquera, El delantal de la china, Gloria Victoria, El moro, Como agoniza una flor, El caballo alazán, La cruz del Sur, El marinerito, Una pena y un cariño, Mar de fondo, la cantera, Corazón de mujer, Amanecer, Tengo una pena en el alma, El gaucho vencido. Compuso, además, himnos marciales que todavía se oyen en las bandas militares y fue autor de la canción tacneña, con ocasión del plebiscito de Tacna y Arica.

Su activa labor musical en España le valió felicitaciones. El Rey Alfonso XIII, doña Victoria y la infanta doña Isabel, le entregaron sus agradecimientos. Había compuesto el Himno del soldado español, el que fue adoptado por el rey para el cambio de guardia de palacio. Se lució durante la celebración de la Semana Chilena en la exposición de Sevilla en 1929.

Acuarela fue la revista musical que pusiera en escena en el Teatro Calderón, al cual asistió el rey con su séquito.

Entre las distinciones obtenidas durante su permanecía en España, está el Gran Premio en Música, en la exposición de Sevilla; su triunfo fue muy breve. El primero de abril de 1930 se le comunicó que sería condecorado por el rey y que recibirlas las Palmas de Académico de la Real Academia de Bellas Artes; al día siguiente, dos de abril, se quedó dormido para siempre.

Fue embalsamado y la corte atendió sus funerales y el rey se hizo representar en el cortejo, que fue pomposo.

Trasladados sus restos a Chile, el enterratorio se hizo en el Cementerio Católico, con asistencia de miembros de la familia amigos íntimos y el Ministerio de la Guerra, que representó al gobierno. Las bandas de la guarnición ejecutaron trozos de su música y una de ellas le dio el adiós eterno ejecutando su Ay, Ay, Ay.

 


© SISIB - Universidad de Chile y Karen P. Müller Turina