Columna "Buenas Tardes"

Tras la quimera del oro

por Oreste Plath

Diario "La Estrella" de Valparaíso, Chile, viernes 23 septiembre 1988, p. 4

 

En 1848, desde Valparaíso zarpan naves con cargamentos de aventura hacia la tierra del oro, San Francisco de California. En un año arriban desde Valparaíso 303 naves. Al cabo de cinco años llegan a 40 mil los chilenos en el campamento. Hallan minas y hacen negocios. Fracasos, encuentros favorables, robos, fiestas y luchas a muerte. Hombre de esfuerzo, bandidos estafadores, le dan a la búsqueda del oro una dimensión al pensar y al hacer que desborda la realidad.

En este medio se yergue la figura de Joaquín Murieta, personaje con el que se trama en leyendas, novelas, poesías, teatro y cine, con sentido popular.

El robo y el asalto hacen que chilenos y mexicanos se unan contra los yanquis y den feroces batidas. No son bandidos, son vengadores.

Chile, México y los Estados Unidos se disputan el origen de Joaquín Murieta.

Los norteamericanos lo ahorcaron en California y fue exhibida su cabeza.

Para los chilenos, Joaquín Murieta es hijo de la provincia de Valparaíso y en su partida figuran algunos chilenos como Juan Tres Dedos y Joaquín Valenzuela.

Dicen que fue soldado en la escolta del Presidente Bulnes y que muere en Santiago.

Es un personaje trágico y romántico de la lucha del oro en California, que tienen tres cunas y tres tumbas.

Los poetas populares buscan los motivos para contarle:

Por ver el
descubrimiento,
Murieta marchó de aquí,
y cuando llegó allí
cambió de genio al
momento.

 

La causa fue el mal intento que se pudiese tan moro: dijo: Perdí a la que adoro que era todo mi recreo; hoy robo, mato y salteo en el gran país del oro.

 

 


© SISIB - Universidad de Chile y Karen P. Müller Turina