L´Animita

"Animitas" de algunos países americanos

 

Argentina

La difunta Correa. Cerca de San Juan, localidad de Vallecito, fue encontrada muerta una mujer en plena pampa, bajo un sol radiante, con un hijo vivo apegado a su pecho. Como única identificación tenía una medalla donde se leía: Correa. Los arrieros que la encontraron tallaron sobre un tronco el apellido y con unas ramas construyeron una sencilla cruz que extendió sus brazos sobre la tumba.

Un arriero que tenía perdido su ganado por haber sido dispersado una noche de tormenta, se encontró con la cruz y la seña Difunta Correa. Primero una oración atropellada y luego, "ánima bendita, por tu muerte, quizás más cruel que mi vida, estás muy cerca de Dios. Ayúdame, hazme el milagro de que aparezca el ganado... Yo te prometo construir aquí mismo una capillita y venir a rezarte hasta el fin de mis días". El arriero al otro día miró hacia el valle y vio reunidas todas las vacas.

Se comenzó a comentar en fogones y boliches a la joven madre que murió de sed y se la encontró con su hijo sorbiendo la leche de sus pechos.

La Difunta Correa era Deolinda Antonia Correa y se dio en hablar que era milagrera y las botellas de agua comenzaron a llenar el recinto como ofrenda y desafío a la sequedad eterna del valle que la mató.

Los afligidos llegaban a un reducido oratorio, en su torno fue creciendo un poblado, y el tiempo convierte al nicho en un enorme Santuario con más de veinte piezas, donde los promesantes llegan de Bolivia, Chile, Paraguay, Uruguay, Venezuela, dejan sus agradecimientos en placas, ofrendas en cobre, oro, plata, fotografías, santos enmarcados, vestidos de novias, automóviles, dinero. En el año 1982 había en el banco cien kilos de oro, valores controlados por la Fundación Vallecito y dirigida por un interventor de gobierno que se ocupa de levantar nuevas salas, ayudar a algunas escuelas del poblado, fuera de construir un hotel y oficinas de policía.

La botella de agua es el símbolo: exteriorización y síntesis del fervor popular.

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Alma del Quemadito. En la campaña catamarqueña de Copayán, una cruz piadosa recuerda a José Carrizo, que fue muerto en una hoguera sin sumario ni confesión por orden del coronel Acha. La gente quedo impresionada por este suceso y dice que el ´"alma del quemadito" está por los campos de Copayán, y que al que le pide algo se lo otorga, especialmente si se trata de algún animal u objeto extraviado.

Brasil

"Animas" del Mar. En Río de Janeiro, en la arena de la playa de Copacabana, se encienden velas, se dejan flores, dulces y se musitan plegarias para una "animita" que está a la orilla del mar.

Esto acontece al caer la tarde y al llegar la noche. Otros traen flores y las arrojan a las olas.

El rito consiste en abrir tres pequeños hoyos en la arena e ir dejando dentro de ellos las velas encendidas, las flores envueltas en papel y un paquete de dulces.

El ánima puede dar trabajo, sanar, dar más salud, o simplemente descanso espiritual.

Paraguay

La crucecita. Existe la devoción o respeto por la cruz que se levanta sobre aquellas personas halladas muertas a la vera de los caminos o campo adentro. Se le puede observar a pocos minutos de automóvil de Asunción. Son objeto de la devoción popular y no pocas veces se le atribuyen milagros extraordinarios.

El investigador del folclor paraguayo, Ramón C. Bejarano refiriéndose a las cruces, dice: "En algunas calles de la ciudad de Asunción, o en los caminos en la campaña, existen cruces donde fallecieron trágicamente algunas personas, y a las cuales manos piadosas o los mismos parientes construyen un nicho de mayor o menor amaño.

Durante la noche del jueves al viernes santo, suelen visitar estas cruces algunas congregaciones católicas o grupos de personas. Recorren durante toda la noche, entonando cánticos. Tienen canciones especiales para la "llegada" y para la "despedida" de estos ‘calvarios’".

Curuzú Cedro. En la tradición guaireña, se encuentra la figura de un joven, Antonio Berreto, predilecto de las mujeres de Tuyutimi, departamento de Villarrica, que fue ultimado después de un baile por una partida policial, dirigida por el hijo del comisario y a raíz de una incidencia. La mujer que lo amaba sepultó su cadáver y puso sobre él una hermosa cruz de cedro, de ahí el nombre de Curuzú Cedro. Los vecinos del lugar la veneran, y las jóvenes saben hacer peregrinaciones hasta la misma el día de la Cruz, porque les da suerte en el amor y resuelve las dificultades más apremiantes de los mozos envueltos en aventuras amorosas.

Perú

Almas. En este país llaman "Almas" al sitio en que alguien "ha sido sembrado", asesinado, y en que se colocan nichos u ollas en las que arden velas día y noche.

 

Venezuela

La folcloróloga Isabel Aretz, dice que en Venezuela también hay ejemplos de ellas; así están "El desertor de Guigue" (Juan Salazar), y el "Anima de Pica-Pica", los cuales son objeto de especial devoción. También el "Anima de Gregorio de las Riberas", muerto en Mérida hace aproximadamente cien años, ha originado una curiosa devoción, que se encuentra extendida hasta Caracas.

La Momia. En Pueblo Hondo está la momia de un joven de nombre Jorge Aldana, que fue enterrado a los dieciséis años, el 13 de octubre de 1945, y cuyo cadáver momificado fue hallado en el cementerio, años después. El asombro popular se transformó pronto en fama de milagros atribuidos al joven, con el consiguiente corolario de romerías y ofrendas de exvotos y de flores, especialmente los domingos. El cadáver fue puesto en nicho especial, cerrado con vidrio, de modo que pudiera verse. Los devotos de la "Momia San Jorge", como le dicen algunos, ha ido aumentando lo mismo que su fama, al punto que en la actualidad vienen personas de muchos lugares a rendirle ofrendas. El pueblo explica este caso diciendo que, como era un alma pura, Dios lo conservó intacto.

Ajilerito. Rómulo Gallegos en su novela "Doña Bárbara" habla del "Alma del Ajilerito", la devoción más popular del Cajón del Arauca. Ningún morador de la región se ponía en camino sin encomendarse, ni pasaba cerca de la mata de ajilerito sin llegarse hasta ella a encender una vela o dejarle una limosna. El origen de la leyenda es un caminante que fue encontrado muerto al pie de un árbol. Alguien que en un mal paso le vio, dijo: "Anima de Ajilerito, sácame con bien. Y como saliera bien librado del peligro, al pasar por Ajilerito se apeó y encendió la primera vela.

Créditos:

Diarios:

"La Tercera de la Hora", Alejandro Moreno, "En Brasil rinden culto a las ‘animitas del mar’", Santiago de Chile, 29-VIII-1982.

"La Tercera de la Hora", María de la Luz Ojeda, "Las ‘animitas’: mito y realidad", Santiago de Chile, 15-XII-1985.

Obras:

Félix Coluccio, "Diccionario Folklórico Argentino". Librería y Editora El Ateneo. Buenos Aires, Argentina 1950.

Isabel Aretz, "Manual de Folklore Venezolano", Ediciones del Ministerio de Educación, de Cultura y Bellas Artes, Caracas, Venezuela 1957.

Ramón C. Bejarano, "Carai Vosá", Editorial Toledo. Serie Estudios antropológicos Nº 1 Asunción Paraguay, 1960.

Lucy Campbell, "Difunta Correa", Novela histórica, Editora del Paraná. Buenos Aires, Argentina 1975.

Rómulo Gallegos, "Doña Bárbara", Santiago de Chile, 1983.

Oreste Plath, "Folklore del Carbón", Editorial Rumbos, Santiago de Chile 1991. Editorial Grijalbo, Santiago de Chile 1998.

 

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