El Santiago que se fue

Café Miraflores

(Pág. 234-235)

Una distinguida dama chilena Herminia (Mina) Yáñez Portaluppi, recién llegada de Francia en 1942 funda, un Café bohemio en la calle Miraflores 461. Después de algunos años se regresa a París y éste se convierte con otros dueños en restaurante. Lo dirige don Joaquín Berasaluce, vasco que lo caracteriza por la comida española y al cual sigue asistiendo una clientela de escritores y artistas. Sus muros se decoran con apuntes y caricaturas de los parroquianos realizados por Santiago Antañón y Antonio Romera.

Entre los años 1942 a 1960 asistían chilenos y españoles a servirse los callos a la madrileña, bacalao a la vizcaína, anguilas al pil-pil, congrio corquera, calamares en su tinta, congrio a la vasca, pollos a la cacerola. Entre sus clientes republicanos españoles se encontraba Arturo Soria, Leopoldo Castedo, Juan y José Ricardo Morales Malva, Vicente Mengod, Eleazar Huerta, Paco Soler. Los chilenos más asiduos Teresa León, escultora, actriz y escritora; Samuel Rojas, escultor; Camilo Mori, pintor; Isaías Cabezón, pintor; Luis Vargas Rosas, pintor; Roberto Humeres, pintor; Inés Puyó, pintora; Israel Roa, pintor; Acario Cotapos, compositor; Luis Oyarzún, escritor; Jacobo Danke, poeta y novelista; Oreste Plath, escritor; Francisco Coloane, escritor.

Su dueño ahora era don Joaquín Berasaluce, dedicado a la pintura, hacía gala de sus especialidades culinarias. Con los años queda al frente del negocio el chileno Armeliano Rojas, Rojitas (*). linarense, amigo de las carreras a la chilena. La característica de los comedores eran sus asientos laterales, apegados al muro y en lo alto una rejilla como en los trenes para colocar el equipaje y los abrigos. En las paredes seguían las caricaturas de Camilo Mori con su pelo blanco y su corbata de tallarín. Inés Puyó, con su cuerpo de colegiala, Teresa León, cual una Greta Garbo, Luis Vargas Rosas, con su boina y pipa.

Pero esta galería de caricaturas fue disminuyendo, más bien desapareciendo por ese afán de los chilenos del "recuerdo".

Pablo Neruda aparecía acompañado de dos o tres escritores. Algunas veces, los de confianza, éramos informados: "Allá adentro está el hombre". Se refería al. político Dr. Salvador Allende. Aquí conversé por última vez con José María Arguedas, el novelista peruano, con el cual compartí un año de Lima, en esta ocasión me acompañaba la pintora Beatriz Danitz de Isamitt, viuda del pintor y músico Carlos Isamitt, y su hijo el Dr. Marcio Isamitt, madre e hijo, preocupados por el folclor.

José María Arguedas vivía temporadas en Chile, era un exponente máximo de la literatura indigenista peruana, de definición mestiza, con notoria prevalencia de lo indígena. Estaba en el fondo del alma quechua. Trabajó en idioma distinto al reclamado por su espíritu y raza. Amaba profundamente la tradición, pensaba, hablaba y cantaba en quechua. Nadie podía haber imaginado que estaba cercano el día que él pondría fin a su existencia, pero tenía ya la determinación de matarse, escribía de prisa para no demorar el acto final. Y en el Perú quedó Sibila Arredondo, a quién conoció en uno de sus viajes a Chile, contrajeron matrimonio. Vivió a su lado sintiendo y compartiendo la causa de la libertad, lo que le ha costado más de veinte años en las cárceles del Perú.

"Rojitas", seguía con sus colaboradores en la atención de las mesas, dos garzones que no envejecían, Juan Montecinos y Enrique Espinoza. Uno de ellos, me decía al final del almuerzo, "Don Oreste, papayas al jugo. Y como siempre, su "Araucano", un digestivo que era atención de la casa. Este restaurante cuando se extinguió en 1982, se instaló un centro de baile en el que luego se dejó de danzar y se estableció la Parrillada El Cordobés.

* Armeliano Rojas, "Rojitas", al terminar el Café Miraflores, guardó en su casa la colección de dibujos y caricaturas realizados por los artistas que frecuentaban el local. El señor Rojas aún está entre nosotros (enero 2001).

 

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