Folclor del carbón

Feria y Mercado de Lota Bajo

(pág. 108-110)

Para parar la olla al ir de compras, las mujeres de los mineros se dirigen a Lota Bajo en micro o descienden caminando por los senderos casi verticales del cerro, portando canastas y redes, con una tenacidad de hormiga.

En la feria, espera el marisco, el pescado, los productos de chacarería, las frutas, y un bullicio que confunde la oferta con la demanda. Aquí está la vertiente desde la cual manan graciosas expresiones.

Un niño tamborilea una tabla con frases aconsonantadas que sirven para avivar, para azuzar la cueca:

Tiqui-tiqui-ti
no me la cortís
porque me hace falta
para hacer pipí

Luego sigue con otras que hacen referencia a la toponimia regional:

¡Voy a ella!
¡Voy a él!
Villa Mora,
Coronel.
Voy a él.
Voy a ella.
Chiguayante.
La Leonera.

Luego recorre el sector y, sin hablar, le llueven las monedas por sus diabluras.

Una muchachita grita: ¡Alma negra!... ¡Alma negra...! Es la vendedora de maqui, que así lo ofrece, seguramente porque el fruto tiñe. Se expende en una medida que la conforma una taza, porción que el cliente recibe en un cucurucho de papel. La vendedora, siempre tiene la boca negra y su pregón es: ¡Alma negra...!

No faltan los personajes de feria. En una carretela pequeña de dos ruedas, empujada por una mujer, va sentada una inválida. La niña que la arrastra dice con aire y donaire: no tener una gota de sangre de ella y confiesa que la atiende sólo por lástima. Su misión consiste en dejar la carretela apostada en un sitio y, la postrada, que renta, queda ahí hasta las últimas horas de la tarde, cuando viene la niña a retirarla.

Figura de este medio es el loco José, demente astroso que implora la caridad de la gente. No pasa inadvertido porque desea avanzar, pero retrocede. Va y vuelve con un movimiento pendular y siempre se siente cómodo con el cieguito Lucho, de gran corpulencia, que se sienta en un lugar, entre puesteros y compradores, y canta con una voz atribulada, el viejo y el moderno cancionero, con la inclusión de algunas canciones pícaras.

Todo este ambiente, también se halla en el Mercado, este muestrario del mar, al cual acuden las caseras, con fanatismo y voracidad. Aquí está el pescado frito y los piures.

Las mujeres regresan, unas, subiendo, lentamente, los empinados senderos que parecen estrías, cargadas con las canastas y redes repletas; otras, llenando el microbús que va de Lota Bajo a Lota Alto. Y cuando parece que no caben más, entran y siguen entrando, de modo inexplicable. Una aprisiona en su mano, tres gallinas de las patas, otra señora trata de ubicar un medio saco de papas a los pies del chófer. Alguien se queja que las jaivas que van en un paquete están haciendo agua.

Niñas y muchachos ofrecen, como en un restaurante, empanadas fritas calentitas en fuentes de fierro enlozado. Huele a pescado ahumado, como jaivas cocidas.

El micro inicia el recorrido de ascensión y comienza las brazadas. Con la marcha, todos se van acomodando en el vehículo y, cuando ya se estaban acostumbrando, arriba al paradero principal de Lota Alto.

Los microbuses tienen guirnaldas de copihues, adosados a los espejos, a la subida o frente al chófer. Algunos llevan sujetos al marco del espejo, estampas de San Sebastián. Tampoco faltan leyendas como éstas: Estás bonita, mona.

Prólogo a la primera edición - Caballos al interior de la mina - Los perros - Los ratones - Los canarios - Día del minero - Los chinchorreros - Perreros de los trenes - Pirquinero - Feria y mercado de Lota Bajo - Comida que el minero lleva al turno - Lo que come el minero a la salida del turno - Creencias de buen augurio y mal augurio - La monja de los mineros

Folclor del carbón

Comida que el minero lleva al turno

(pág. 111-112)

Comida que un minero que entra a la mina, o sea el manche, ración que consta de una charra, cantimplora con café, té, mate hervido, o agua de machitunes, o sea, agua de distintas yerbas en infusión (matico, toronjil, apio, poleo). Tanto el té, el café, como las aguas, se toman fríos, como bebidas para la sed. Algunas veces es agua de harina de trigo tostado con azúcar, entonces se llama clarito.

El pan puede llevar queso, mortadela o mantequilla.

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Folclor del carbón

Lo que come el minero a la salida del turno

(pág. 112)

A las 4 de la tarde, hora en que llega a la casa, se sirve cazuela (carne, papas, porotos verdes, arroz, zanahoria y cebolla) o cazuela de pescado, arroz graneado o tallarines con cebolla frita y salsa de tomate y un poco de harinado y agua de yerbas.

A la hora de la comida o antes de acostarse, se sirve un poco de carne, también puede ser un trozo de queso y algo de vino.

 

 

 

 

 

 

 

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© SISIB - Universidad de Chile y Karen P. Müller Turina